Don Gabriel Manrique, fundador de Villamanrique de Tajo.

Don Gabriel Manrique, fundador de Villamanrique de Tajo.

FERNANDO CANA GARCÍA, 18 de mayo de 2020

En la encomienda de Viloria, perteneciente a la Orden de Santiago, estuvo integrado Villamanrique desde su nacimiento como pueblo con este nombre hasta 1575 en que fue desmembrada la encomienda. Antes de la “fundación” de Villamanrique, su territorio también fue parte de la encomienda de Viloria con el nombre de Albuher. Esta encomienda tuvo varios comendadores de nombre conocido entre 1440 y el año de la su desmembración.  De todos ellos el más interesante para la Historia de Villamanrique y su entorno es sin duda don Gabriel Manrique, de quien deriva el nombre del pueblo. Este señor, que fue primer conde de Osorno, comendador Mayor de Castilla durante largos años y comendador de Viloria, fue quien en 1480 dio la orden de repoblar el “exido de Albuher” con 10 vecinos, previendo que podrían ser 50 y que todo sería de “grand provecho de la encomienda”. Años antes, don Gabriel, siendo comendador Mayor de Castilla, regentó un territorio dentro del término de Albuher -tal vez la Veguilla de los Bodegones- que fue impedimento para que renteros de Pozuelo (actual Belmonte) labraran tierras en el término, hasta que él mismo se hizo con la encomienda de Viloria, lo que demuestra que conocía muy bien el terreno. Don Gabriel tenía experiencia en esas labores, pues en 1440 había repoblado Torrenueva en el Campo de Montiel cuando ya era comendador Mayor de Castilla. Después de ceder ésta a su hijo consiguió la del Heredamiento de Ruidera, que permutó a Pedro Lisón por la de Viloria.

Escudo de la casa Manrique de Lara

El poblamiento del ejido de Albuher tuvo éxito, porque un siglo después, cuando Felipe II en 1575 vendió el pueblo a Doña Catalina Laso, la población se había multiplicado por 10 y alcanzaba los 115 vecinos (unos 400 habitantes), pero el nuevo pueblo ya era conocido en los documentos como Villamanrique, al menos desde 1530.

Sara Rodicio, en su extenso artículo “Osorno y su condado…” (Palencia, 1991), hizo un estudio exhaustivo de las fuentes sobre este condado y sus condes, dejando meridianamente clara la biografía de don Gabriel Manrique, el primer conde, y sus sucesores. Es, por consiguiente, la fuente historiográfica más sustancial para el conocimiento del personaje y en ella se basará este escrito, fuente que, unida a los datos recogidos por Luis de Salazar y Castro (1694 y 1696), manejados por la autora, a algunos comentarios de Bernabé Chaves (1714) y a algunas anotaciones de los Libros de Visitas de la Orden de Santiago, nos permiten tener una visión bastante completa del por qué, cómo y cuándo fue “fundado” Villamanrique de Tajo, siempre con puntos oscuros, pues se trata de un personaje que vivió hace más de cinco siglos y cuyos archivos documentales más personales fueron destruidos durante la invasión napoleónica.

Don Luis de Salazar y Castro en su obra “Historia genealógica de la casa de Lara” (1696, T. I, p. 3) presenta así al personaje: “DON GABRIEL MANRIQUE I CONDE de Osorno, Duque de Galisteo, Comendador Mayor de Castilla, y Trece de Santiago, Señor de las Villas de Maderuelo, Villasirga , Fuente-Guinaldo, San Martín del Monte, Valle de Gama, Población y Abalá”. Es decir que, pese a ser “segundón”, poseía un cúmulo de señoríos y títulos nobiliarios, alguno heredado de sus padres, otro adquirido por matrimonio -el condado de Osorno- y otros concedidos directamente a su persona por “servicios prestados” a Juan II de Castilla y a la Reina Católica a lo largo de su dilatada vida, pues vivió 70 años, de 1412 a 1482, considerable edad para aquellos tiempos, en los que la esperanza de vida no llegaba a los 35.

Vida privada.

De su vida privada conocemos bastantes datos recogidos en las crónicas de la época y en la obra de Salazar y Castro. Don Gabriel Manrique, también conocido como Gabriel Fernández Manrique, era miembro de una familia de “rancio abolengo”, la de los Lara, pues era el segundo hijo de Garci Fernández Manrique de Lara y de Aldonza de Castilla, biznieta del rey Alfonso XI. El apellido Lara, según Salazar y Castro, parece haber surgido en relación con los primeros condes de Castilla, algunos de los cuales fueron condes de Lara de los Infantes, localidad burgalesa próxima a Covarrubias, tierra del mítico conde castellano Fernán González. Es por tanto una familia que desde antes del año 1000 estaba situada en la cumbre de la pirámide sociopolítica del reino de Castilla, por eso muchos de sus miembros desempeñaron importantes cargos en los sucesivos gobiernos del reino y no perdieron protagonismo en la unión con León. En esa carrera honorífica se enfrentaron a otra familia poderosa, los Castro, rivales de los Lara en el siglo XII, durante la minoría de Alfonso VIII.

Don Gabriel contrajo matrimonio dos veces: primero, hacia 1432, cuando contaba 20 años, con Mencía López Dávalos, hija de Ruy López Dávalos, conde de Ribadeo y condestable de Castilla, y de Elvira Vélez de Guevara. El matrimonio se separó en 1451 a petición de doña Mencía alegando que: «…el dicho desposorio o casamiento no pudo ser hecho lícitamente, por yo haber sido primeramente desposada con el conde don Juan Manrique, hermano carnal del dicho conde de Osorno, y porque yo vivo y estoy en gran cargo y pecado de mi alma…». El matrimonio con Juan Manrique celebrado en 1422 no se llegó a consumar según Salazar y Castro (SALAZAR, L. 1694:146 y 1696:609). Después de esta anulación, doña Mencía ingresó en el monasterio de Amusco (Palencia). De ese matrimonio nacieron dos hijos varones que fallecieron siendo niños.

El segundo matrimonio de don Gabriel se celebró el mismo año de 1451, pocos días después de la nulidad del primero, cuando él tenía 39 años y su segunda esposa 15. Ella era Aldonza López de Vivero, hija mayor de Alonso Pérez de Vivero y de Inés de Guzmán. Dada la diferencia de edades, ella sobrevivió veintisiete a su esposo y preparó un saneado mayorazgo a su primogénito, Pedro, el segundo Conde de Osorno.

De este matrimonio nacieron dos hijos varones y cuatro mujeres, los seis llegaron a adultos y, salvo Beatriz Manrique que fue abadesa del monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes, todos contrajeron matrimonio con personas de la alta nobleza.

El mayor de todos, el mencionado Pedro Manrique, también fue comendador Mayor de Castilla cuando su padre le traspasó el cargo en 1475, y fue el quien, con las tropas de la encomienda, en un ataque a los partidarios del segundo marqués de Villena destruyo el castillo de Albuher en 1478. Además de esa encomienda, el segundo conde de Osorno, Pedro Manrique, recibió de sus padres también los señoríos de Galisteo, Villasirga, Alvalá, Maderuelo y San Martín del Monte, agregó por compra en 1509 los de Villovieco y Diezma, en 1494 el de Bayalá y en 1499 el de Villameriel.

Vida política.

Para comprender la biografía en general y el itinerario político en particular de don Gabriel Manrique hay que considerar al menos tres circunstancias del tiempo en que le tocó vivir:

1ª.- Vivió el último episodio de la convulsa Baja Edad Media castellana, entre 1412 y 1482.

2ª.- Realizó su andadura política durante los problemáticos reinados de Juan II, su hijo Enrique IV y principios del reinado de los Reyes Católicos.

3ª.- Sus servicios a los reyes estuvieron en estrecha relación con la Orden de Santiago, institución muy afectada también por los acontecimientos, por su poderío militar, prestigio social y elevadas rentas económicas. Dentro de la Orden, don Gabriel regentó varias encomiendas, incluida la Mayor de Castilla.

Desde mediados del siglo XIV el mundo feudal europeo había entrado en una profunda crisis, las epidemias, guerras y hambrunas habían diezmado la población y fueron el caldo de cultivo para grandes enfrentamientos nobiliarios entre sí, contra un campesinado cada vez más oprimido por los impuestos, y contra sus reyes que pretendían controlar la situación y hacerse con unos órganos de gobierno que contrarrestaran el poder de los nobles: la monarquía autoritaria.

Ese ambiente en España y más concretamente en la corona de Castilla se vio reflejado más en las luchas de los nobles entre sí por hacerse con grandes señoríos territoriales; con cargos destacados en las órdenes militares, y por conseguir gobernar el reino durante las minorías de edad de varios reyes, o por destronar a un rey, como Pedro I, y poner en su lugar a otro más propicio a los intereses de la nobleza: Enrique II “el de las Mercedes”.

Dentro de ese momento de confusión y conflicto casi permanente los reyes de Castilla intentaron imponer su poder político a la nobleza y, aunque consiguieron sacar adelante algunas leyes e instituciones favorables a esa idea, en cualquier momento de debilidad de la Corona, como fue la minoría de edad de Juan II, los abusos de algunos nobles ambiciosos, incluso de su propia familia, crearon una situación de anarquía tan perjudicial para ellos como para todo el reino. La culminación de ese estado de cosas se alcanzó en el reinado de Enrique IV. Esos son los tiempos que vivió don Gabriel Manrique, así como la guerra de sucesión castellana a la muerte de Enrique IV, que terminaría con la subida al trono de su hermana Isabel la Católica, en lugar de su hija Juana “La Beltraneja”.

La andadura política de don Gabriel Manrique comenzó durante el reinado de Juan II; el rey fue declarado mayor de edad con 13 años en 1419, cuando don Gabriel solo tenía 7, pero durante la minoría de edad del rey, desde la muerte de su padre en 1406, las intrigas y luchas entre parientes y nobles de alto rango por hacerse con la regencia fueron un caldo permanente de conflictos, y entre esos nobles ambiciosos estaba el padre de don Gabriel, Garci Fernández Manrique de Lara, conde de Castañeda.

Desde que comenzó a desempeñar cargos de cierta relevancia, don Gabriel mostró gran fidelidad al rey Juan II y a su valido don Álvaro de Luna, en un momento de grandes revueltas en Castilla debidas, entre otros motivos, al rechazo de la gran nobleza hacia la figura de don Álvaro.

La minoría de edad de Juan II fue tan problemática como lo habían sido las de reyes anteriores. Se hizo cargo de la regencia un grupo de miembros de la alta nobleza, entre ellos su tío, don Fernando “el de Antequera”, que luego sería rey de Aragón entre 1412 y 1416, quien ejerció como regente entre 1406 y 1416. Cuando éste murió, Juan II solo tenía 10 años por lo que siguió habiendo una regencia muy disputada y más o menos controlada por la madre del rey Catalina de Lancáster, pero la muerte de ésta en 1418 fue aprovechada por los infantes de Aragón, hijos de Fernando el de Antequera, para conseguir a través del arzobispo de Toledo, Sancho de Rojas, que se concertara el matrimonio de su hermana, la infanta María, con su primo el rey Juan II. La ceremonia se celebró en Medina del Campo el 20 de octubre de 1418, cuando el rey contaba 13 años. Siete meses después, en 1419, fue proclamada la mayoría de edad del rey por las Cortes de Castilla reunidas en Madrid. El matrimonio convertía a Juan II en cuñado de su primo hermano el infante Enrique de Aragón.

Esta boda y las maniobras políticas relacionadas con el entorno tenían como objetivo dominar al rey, hacerlo su marioneta, para gobernar él a su antojo en Castilla, contando con su hermano Alfonso V, rey de Aragón. Al no conseguir sus objetivos por esa vía del parentesco, lo intentó por la fuerza. No obstante, las intrigas para hacerse con el control del joven rey enfrentaron a Enrique con su hermano Juan de Aragón, que era rey consorte de Navarra por su matrimonio con la reina Doña Blanca, y se formaron tras ellos dos facciones nobiliarias antagónicas.

En julio de 1420 el infante don Enrique secuestró, en el llamado golpe de Tordesillas, al joven rey de Castilla. Su objetivo era hacerse con el poder destituyendo de sus cargos a los nobles de la facción de su hermano Juan y conseguir la autorización del rey para casarse con su hermana, la infanta Catalina de Castilla, a fin de abrirse una puerta más para reinar en Castilla en caso de muerte de su doble cuñado, el matrimonio se celebró en Talavera de la Reyna en noviembre de ese año.

Sin embargo, los planes de don Enrique fracasaron cuando don Álvaro de Luna, hombre de confianza del rey consiguió librarlo del cautiverio de Talavera y llevárselo al castillo de la Puebla de Montalbán. don Enrique de Aragón intentó de nuevo apresar al rey y puso sitio al castillo, pero la acción de su hermano Juan, ya rey consorte de Navarra, hacia las tierras del conflicto para liberar al rey obligaron a don Enrique a refugiarse en Ocaña, una de las fortalezas de la Orden de Santiago de la que era Maestre, mientras su hermano don Juan se reunía con el rey poniéndose a su servicio contra cualquier tentativa de volver a limitar su libertad. El enfrentamiento de don enrique con Juan II se prolongó hasta su muerte, producida a consecuencias de una herida sufrida en la batalla de Olmedo, en la que él lideraba la facción contraria al rey y a don Álvaro de Luna.

Don Álvaro había estado en contacto con Juan II desde que entró a su servicio como paje o doncel de su cámara por influencia de su tío Pedro de Luna, arzobispo de Toledo, en 1408, cuando el príncipe tenía 3 años. La confianza entre ambos llegó a ser tal que la madre del rey, Catalina de Lancáster, quiso alejar de la corte al doncel por considerar que había un sometimiento de su hijo al joven Luna. Pero don Álvaro supo maniobrar para convertirse en una persona muy importante en la corte y para que el joven rey le tuviera en una alta consideración, lo que la superstición de la época atribuyó a un hechizo. Y, aunque consiguió convertirse en valido del rey, Maestre de Santiago y condestable de Castilla, las intrigas de sus adversarios no cesaron hasta que consiguieron derribarlo.

Batalla de lmedo de 1445

Don Álvaro, capitaneando las tropas de rey consiguió derrotar al sector más aguerrido y contrario a su persona en la primera batalla de Olmedo (19 de mayo de 1445). El rey, que durante el enfrentamiento previo había desposeído de “mercedes” anteriores a algunos de los nobles contrarios, finalmente llegó a un acuerdo con ellos en la “Concordia de Astudillo” y les devolvió algunas de las concesiones incautadas, razón por la que don Gabriel Manrique estuvo a punto de perder el condado de Osorno, recibido unos meses antes por su matrimonio con Doña Mencía Dávalos, hija del Condestable don Ruy Lope Dávalos. Ese condado había pertenecido antes a don Diego Gómez de Sandoval, conde de Castro, el cual al ser amnistiado reclamaba el condado de Osorno.

Esta situación y otras similares, que terminaron en larguísimos pleitos prolongados durante varias generaciones, son un dato más para comprender los manejos de la nobleza encaminados a dominar extensos territorios y hacer frente al poder de la Corona. Los Reyes Católicos consiguieron someter políticamente a la nobleza, pero no recortaron su poder social ni económico basado en sus enormes propiedades, hecho que con el tiempo se fue agravando por la perpetuación de los mayorazgos y los matrimonios pactados entre miembros de esas familias, cuyas propiedades se fueron acumulando en pocas manos, como sucedió con los duques de Alba, ya que en su dominio acabaría entre otros el condado de Osorno.

Después de haberlo encumbrado el rey y de haber derrotado a sus adversarios en la primera batalla de Olmedo de 1445, don Álvaro comenzó a caer en desgracia a los ojos del monarca, sobre todo cuando la segunda esposa de Juan II, Isabel de Portugal, madre de Isabel la Católica, temerosa del inmenso poder del condestable y conocedora de sus intrigas, abusos y ciertos asesinatos dispuestos por él, urgió con insistencia a su marido a prescindir del favorito. En 1453, tras una parodia de juicio, fue decapitado en Valladolid. Convocó el Rey un tribunal de doce expertos en leyes para entender en el proceso del condestable, con el claro propósito de dictar pena de muerte, a pesar de lo cual no fue fácil alcanzar un acuerdo. En efecto, fue la pena de muerte, pero más por orden del rey que por sentencia judicial. La documentación del proceso fue cuidadosamente destruida. El día 1 de junio don Álvaro fue trasladado a Valladolid; allí fue degollado al día siguiente, por “usurpación de las funciones regias”. Su cabeza cortada fue expuesta durante una semana en el cadalso.

Enrique de Aragón fue Maestre de la Orden de Santiago, desde 1409 cuando su padre, el futuro rey de Aragón era regente de Castilla; contaba con la edad de 9 años, y ocupó el maestrazgo hasta 1445. Él fue quien nombró, hacia 1431, comendador Mayor de Castilla a don Gabriel Manrique, cargo que ocuparía bajo los maestrazgos de don Álvaro de Luna (1445-1453) y sus sucesores hasta su renuncia en 1475 a favor de su hijo Pedro.

Desde su cargo de comendador, y otros honores que consiguió por servicios al rey, don Gabriel estuvo en el bando de Juan II y don Álvaro de Luna, el contrario al que encabezaba su superior jerárquico en la Orden de Santiago, el Maestre don Enrique, y del que apoyaba su padre Garci Fernández Manrique de Lara, quien había formado parte de uno de los consejos de regencia en la minoría de Juan II tras la muerte de Fernando de Antequera y había participado en el secuestro del rey en julio de 1420.

Sepulcro de Juan Pacheco en el monasterio de El Parral, Segovia

No obstante Garci Fernández fue amnistiado como otros muchos nobles enfrentados al rey y le fue devuelto el condado de Castañeda, que heredaría su hijo mayor, Juan Manrique. Comenzó entonces una etapa de sumisión al rey del padre de don Gabriel y de colaboración con empresas de la Corona, en las que fue introduciendo a sus hijos. Una de ellas fue la guerra contra Aragón y Navarra (1429-1430), en la que los infantes de Aragón reconciliados intentaban de nuevo tomar el trono de Castilla. La participación de don Gabriel junto a su padre en esa contienda y en la batalla de la Higueruela contra el reino de Granada, le fue premiada por Juan II en el documento por el que era reconocido como conde de Osorno, el año 1431, en que ya era nombrado en los documentos como comendador Mayor de Castilla, cargo que según Sara Rodicio (1991:369) conseguiría por mediación de su padre ante el Maestre don Enrique, quien seguía detentando el cargo a pesar de sus graves enfrentamientos con el rey, y del que Garci Fernández había sido colaborador. Tal vez don Enrique quería tener aliados dentro de la Orden en Castilla de cara a planes futuros, pero don Gabriel no se unió a su causa contra Juan II, aunque trató a su Maestre con la cortesía propia de un subordinado.

En ese momento, don Gabriel estaba entre la espada y la pared, pues por una parte tenía interés en servir al Maestre don Enrique unido a cierta animosidad contra don Álvaro de Luna y por otra pensaba que nada de eso justificaría un enfrentamiento con su Rey. Por eso no estará con don Enrique cuando éste y sus secuaces presentan batalla el 19 de mayo de 1445 a las tropas reales en Olmedo, mientras que no dudará en acudir a la convocatoria del rey para asistir al Consejo Real.

Cuando murió don Enrique a consecuencia de una herida sufrida en la batalla de Olmedo, don Gabriel fue convocado para celebrar Capítulo General en Uclés al objeto de elegir nuevo Maestre, pues tenía voto en la elección ya que era Trece de la Orden desde 1440. La Crónica de Juan II nos informa con sobriedad sobre la elección para Maestre de don Álvaro de Luna en el Capítulo celebrado el verano de 1445 en Ávila, sin la asistencia del Comendador de Segura Rodrigo Manrique, primo en tercer grado de don Gabriel, quien al no conseguir sus pretensiones de haber sido elegido Maestre él en lugar de don Álvaro abrió un nuevo foco de tensión en la Corte. Nada se nos dice, claro está, de las artimañas entre bastidores para atraer votos a favor de don Álvaro; la opinión de Salazar y Castro es que Juan II otorgó a don Gabriel el Condado de Osorno a cambio del voto favorable a don Álvaro.

Don Gabriel siguió muy vinculado a Juan II y éste pagó de nuevo sus servicios haciéndole duque de Galisteo en 1451: «Por fazer bien e merced a vos don Gabriel Manrique, Conde de Osorno, Comendador Mayor de Castilla, mi primo e mi vasallo e del mi Consejo, por los muchos e buenos e leales e altos e continuos e señalados e agradables servicios que los de vuestro linaje fizieron a los Reyes donde yo vengo, e vos avedes fecho, e fazedes a mi cada día con muchas gentes de vuestra casa e Estado; especialmente en las guerras que yo e ovido, en las quales avedes puesto vuestra persona a gran riesgo e peligro de la vida fasta derramar vuestra sangre. E otro sí por la lealtad que siempre en vos e fallado (…),quiero que de aquí adelante, para en toda nuestra vida, seades duque de la vuestra villa de Galisteo e seades llamado e vos llamedes don Gabriel Manrique, Duque de Galisteo e Conde de Osorno» (SALAZAR L., 1694:137).

Fallecido el rey Juan II, don Gabriel siguió prestando servicios a la corona en la persona del nuevo rey Enrique IV. El conde de Osorno tuvo el honor de ser testigo firmante de las Capitulaciones para el segundo matrimonio de Enrique IV en 1455 e incluso asiste aquel mismo año a la boda. Por esos años (1455-1457) don Gabriel participó como capitán de la guardia del rey en incursiones contra el reino de Granada y en respuesta a correrías de los granadinos, en una de las cuales cogieron prisionero a su hermano mayor don Juan Manrique, conde de Castañeda. Según relata Galíndez de Carvajal en su “Crónica de Enrique IV”, don Gabriel participó en seis incursiones en el reino de Granada como Capitán de la guardia real, en una de las cuales llegó hasta Marbella, ocupó Estepona y asaltó el castillo de Fuengirola; en algunas de esas entradas capitaneaba la infantería y el rey la caballería.

Todavía seis años después, en 1463, don Gabriel seguía formando parte del cortejo que acompañó al rey; a «las vistas de Fuenterrabía», en las que el rey de Francia, Luis XI el Prudente, se entrevistó con Enrique IV para mediar entre Castilla y Aragón en el conflicto que los catalanes habían suscitado al pretender separarse de Aragón jurando a don Enrique por su Rey el 13 de noviembre de 1462.

A partir del año 63 se inicia la etapa más conflictiva del reinado de Enrique IV movida por algunos de los que habían sido fieles amigos, los Pacheco-Girón, que ahora llevados por sus ambiciones se convertían en sus más destacados adversarios. Don Gabriel Manrique se vio inmerso en esas intrigas y luchas y en ese ambiente cambió de bando varias veces como casi todos los de la alta nobleza.

El movimiento contrario a Juan II para derribar a su valido Álvaro de Luna, se repetía ahora con el nuevo rey y su valido don Beltrán de la Cueva. El papel que jugó entonces el infante don Enrique de Aragón, lo jugaría ahora el marqués de Villena, don Juan Pacheco, al liderar una confabulación contra el rey al frente de un grupo de nobles de alto rango, como su hermano, el maestre de Calatrava Pedro Girón, su tío el arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña, don Rodrigo Manrique el futuro Maestre de Santiago y padre del poeta Jorge Manrique y, de forma sorprendente si consideramos su trayectoria de lealtad al rey, don Gabriel Manrique.

Las crónicas de la época presentan a don Gabriel formando parte de la Liga que el marqués de Villena Juan Pacheco formó contra Enrique IV, al apreciar que Beltrán de la Cueva era nombrado valido del rey y elegido Maestre de la Orden de Santiago por influencia regia. Esas eran dignidades que Pacheco ambicionaba -años más tarde conseguiría el maestrazgo de Santiago-. don Gabriel participó con otros grandes en la confabulación contra Enrique IV, tanto en las reuniones que en Burgos solicitaron irrespetuosamente la reforma del mal gobierno del Reino, como en la Farsa de Ávila en la que aclamaron el 5 de junio de 1465 por Rey al Príncipe Alfonso en la que don Gabriel no estuvo presente.

Este cambio de bando no parece extrañar a sus contemporáneos, que veían en el de Osorno un carácter dubitativo. El cronista Alonso de Palencia dice de él: «Siempre entraba y aprehendía las cosas como esforzado y salía de ellas como medroso; que como su costumbre fuese desde la juventud nunca ser firme en lo que comenzase, mucho menos lo sería en la vejez» (Cit. RODICIO, S., 1991:377).

 Con la muerte prematura del príncipe Alfonso (1468), se sintió don Gabriel liberado de su compromiso con los conjurados contra el rey y, junto a don Rodrigo Manrique, puso todo su empeño en buscar apoyos para conseguir el reconocimiento del derecho a la Corona de Doña Isabel la Católica y su matrimonio con don Fernando. Por su parte, el líder de la conjura, el marqués de Villena, también se sometió a la obediencia de Enrique IV. Ambos personajes, Pacheco como Maestre de Santiago -nombrado por don Alfonso en 1467- y Manrique como comendador Mayor de Castilla, asistieron con el séquito del Rey a la entrevista con doña Isabel y a su jura como heredera en los Toros de Guisando en septiembre de 1468, así como al acto consiguiente de rendirle homenaje días después en Ocaña.

Don Gabriel, que también aspiraba al maestrazgo de Santiago, colaboró con Enrique IV en la segunda batalla de Olmedo (agosto de 1467) porque el rey niño, Alfonso en cuyo bando militaba, había dado el mayorazgo de Santiago a Pacheco. Alonso de Palencia comenta que el hermano de don Gabriel, Juan Manrique, dijo que le pertenecía «de derecho a su hermano el Conde de Osorno, Comendador Mayor de la Orden». Sin embargo, don Juan Pacheco no solo había conseguido la aprobación de don Alfonso, sino que se había ganado -o comprado- la voluntad de muchos de los Treces que habían de participar en la elección, entre ellos la de don Gabriel.

Castillo de Fuentidueña de Tajo

Pacheco buscaba el apoyo de las figuras más influyentes de la Orden, de los que por ser Treces de ella tenían voto en la elección para elegir Maestre cuando el cargo quedara vacante. Con don Gabriel, el compañerismo surgido en los pasados años de luchas le decidió a plantearle el asunto con absoluta claridad; expresamente le solicitó su voto prometiéndole que el Rey, como recompensa por ello, le haría merced de 250.000 maravedís en juro y 250 vasallos solariegos. Pero a pesar de haber firmado un documento con esas condiciones y haber puesto como garantía algunas villas, la promesa nunca se cumplió durante los años de vida de don Juan Pacheco. Una vez muerto éste, don Gabriel acudió a su hijo y heredero, Diego López Pacheco, segundo marqués de Villena, en demanda de lo pactado con su padre, éste «…por dar algún asiento en las cosas prometidas al Señor Conde de Osorno», firmó otras capitulaciones en que se comprometió a situar la deuda, para su más fácil percepción, dentro de los seis meses siguientes en lugares próximos a Fuentidueña.

Tampoco se cumplió este compromiso y ya en medio de la guerra de sucesión entre Enrique IV y su hermana Isabel la Católica, don Gabriel, con el pretexto de firmar un tercer acuerdo, tuvo un encuentro con Diego López Pacheco. Éste era partidario del rey Enrique y su hija Juana y estaba pendiente de ser nombrado Maestre de Santiago en sucesión de su padre. La intención de don Gabriel era impedir que el rey lo nombrara Maestre y lo citó a una entrevista en Villarejo de Salvanés, sede de la Encomienda Mayor de Castilla, donde fue apresado y encerrado 20 días en el castillo de Fuentidueña (25 de octubre de 1474). Antes de soltarlo, presionado porque los del bando real habían apresado a su esposa y a su hijo, de Gabriel Manrique, consiguió que firmara el nuevo documento.

El interés de don Gabriel por conseguir algún dominio “cerca de Fuentidueña”, manifestado en dos documentos distintos, puede tener relación con un territorio que ocupaba en el ejido de Albuher – tal vez los Bodegones- siendo comendador Mayor de Castilla, por el que no dejaba transitar a vecinos de Pozuelo (Belmonte) que habían arrendado tierras en el mismo término integrado en la encomienda de Viloria.

Mientras don Gabriel Manrique mantenía esa pugna con el II marqués de Villena, después de la muerte del rey Enrique IV en diciembre de 1474, en Uclés había salido elegido Maestre de Santiago don Rodrigo Manrique, primo en tercer grado de don Gabriel. Éste al año siguiente renunció ante el nuevo Maestre a la encomienda Mayor de Castilla para que la ocupara su hijo Pedro, quien ya tenía asegurado el nombramiento desde 1464 pero había dejado continuar a su padre. Por esos años don Gabriel se hizo cargo de la encomienda del Heredamiento de Ruidera, concedida por Enrique IV en 1468 (PORRAS, P. A., 1997:337) que permutó por la de Viloria a Pedro de Lisón. Y fue entonces, en 1480 como comendador de Viloria, cuando dio la orden de repoblar el ejido de Albuher, pueblo que pasaría a llamarse Villamanrique Ribera del Tajo.

 La actividad bélica de don Gabriel siguió viva con el gobierno de los Reyes Católicos y estuvo a su servicio en el cerco de la ciudad de Toro antes de renunciar a la encomienda Mayor. También siguió ocupando el cargo de Trece de la Orden de Santiago llegando a ser el más antiguo, cuando asistió al Capítulo General de 1480 con el Maestre Alonso de Cárdenas.

Murió el 31 de marzo de 1482 a los 70 años y yace, lo mismo que sus padres y su segunda esposa y algunos de sus hijos y descendientes, en la iglesia del Monasterio de la Trinidad de Burgos, muy beneficiado por fundaciones y donaciones de los Manrique.